Moquegua

Lomas de Ilo: del desierto a la esperanza agrícola

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Lo que antes era un extenso desierto azotado por el viento marino, hoy comienza a transformarse en un emporio agrícola. Lomas de Ilo, una zona antes considerada estéril, está viendo sus primeras hectáreas verdes gracias al esfuerzo de agricultores visionarios y el apoyo del Proyecto Especial Regional Pasto Grande (PERPG).

Lucía Vargas Marón viuda de Cosi, presidenta del consorcio agrícola Los Viñedos de Moquegua SAC, es una de las pioneras en esta transformación. «El desarrollo agrícola de Lomas de Ilo nadie podrá detenerlo», asegura con convicción. Pese a la oposición de algunos sectores políticos, la agroexportación en esta zona empieza a dar sus primeros pasos.

Un sueño que toma forma

Doña Lucía recuerda el momento en que decidió invertir en estas tierras junto a otros agricultores que compartían su visión. «Vamos a transformar el desierto en un gran centro de producción agrícola gracias al esfuerzo conjunto de la gobernadora regional Gilia Gutiérrez y el PERPG. Hoy el sueño empieza a hacerse realidad», comenta con orgullo.

Durante una visita a la parcela demostrativa del PERPG, los agricultores y compradores recorrieron los campos observando los primeros resultados del riego tecnificado. El agua, recurso vital y escaso, está logrando lo impensable: convertir arena en vida.

Avances en la producción

Los agricultores ya han iniciado la planificación de cultivos, mejorando la calidad del suelo con abonos naturales e instalando sistemas de riego tecnificado. Su primera meta es abastecer los mercados locales con productos frescos bajo el lema «de la chacra a la olla», y luego consolidar a Lomas de Ilo como un centro de agroexportación.

Desde lo alto de una de las parcelas demostrativas, doña Lucía contempla el horizonte con la certeza de que pronto el verde dominará el paisaje donde antes solo había arena. «Veremos campos fértiles donde antes solo había desierto. Eso es lo que nos impulsa a seguir luchando», enfatiza.

Lomas de Ilo está cambiando. Lo que antes era un páramo desolado hoy se llena de vida y esperanza, gracias al esfuerzo de quienes nunca dejaron de creer que el desierto podía florecer.

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